ruinas urbanas



La serie de fotografías que presento pertenecen a un proyecto que gira entorno al envejecimiento de las ciudades, a la Ruina Urbana y al concepto de “escombro”. Se trata de ruinas modernas que la fotografía intenta rescatar apresuradamente dado su carácter efímero










La ruina es sólo una sensación abstracta como las formas de los desconchones y las manchas de humedad en los techos, están esperando todavía la demolición, el impacto ensordecedor que acallará la melodía que está crujiendo en cada nueva grieta. El sonido de la ruina, de la ruina grande, bella, mutilada, vacía y en pie, es un silencio tan abrumador en ocasiones como el estruendo que la creó. El sonido de los escombros ya es diferente, pero para oírlo tenemos que caminar sobre ellos, una melodía del desorden del nuevo descampado que se toca con los pies.








La fotografía de ruinas ha existido prácticamente desde el principio de la fotografía. Parte del encanto del fragmento, a parte de las consideraciones románticas, sale en nuestros días de una alteración en la percepción del tiempo y el espacio de la ciudad. Las paredes despojadas nos hacen levantar la vista, aminorar el paso, preguntarnos y observar que cuando se derrumba el edificio queda ese último muro desnudo, despojado, que se convierte repentinamente casi avergonzado en fachada. Pero ya no es una fachada-máscara, es una superficie interior que ha quedado fuera y, a pesar de ese nuevo exterior a que se la fuerza, da la sensación de estar todavía caliente. Si pusiéramos la mano sobre una de esas paredes muertas (¿paredes de qué? ¿del abismo urbano y ridículo?, no hay techo, no hay suelo; arquitectura muda condenada a ser superficie), quizás tocaríamos lo contrario a esa húmeda calidez del yeso todavía no fraguado, pero la desnudez de su cara promete una sensación parecida, atractiva.










Los escombros son restos rotos. Son la vida rápida de la ruina, el último fragmento que queda para una arqueología imposible. Los escombros son entonces la muerte definitiva del edificio pero también el final de la ruina y la arquitectura cuya esencia era justo lo que los escombros impiden: levantarse sobre el suelo verticalmente. Ahora la arquitectura no tiene tiempo de pudrirse bajo el sol, pero su ruina nos frena la vista con su inmovilidad acumulando polvo por unos días, por su silencio de solar, es un cadáver descuidado esperando a ser enterrado. La última huella de un espacio vivido, esa es acaso la ruina que nos pertenece ahora, después ya no es nada. Los escombros son restos que no remiten a nada, entonces ni siquiera son restos, son polvo pesado que aplasta el suelo sin erigirse hacia el cielo.

2 comentarios:

  1. Dulces palabras que acercan a ese sentir tan especialmente tuyo de encontrar y resaltar la belleza en lo ignorado por otros...gracias

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  2. Me encanta tu blog, me encantan tus ruinas. Siempre me han fascinado los interiores que juegan a ser fachadas, con las pintadas que niños ya ancianos hicieron en la pared. Con los papeles pintados que eran anacrónicos y se vuelven a poner de moda y con (mis favoritas) los vestigios de las chimeneas.

    Gran descubrimiento!

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